8 ago 2011

Se me ocurrió pensar en ti... mientras pensabas en alguien que dormía

Por Viridiana Urias

3:00am; Comienzo mi rutina de insomnio. Lloras por él.
Me lavo la cara, el agua está helada. Le llamas y no contesta.
Aviento lejos el brassier, me duele la espalda; estuve mucho tiempo sentada.
–¿Te dolerá la espalda hoy? –me pregunto. Te cansas de estrujar la almohada y llamas a alguien más.
Nunca te has quejado, pero te he visto sufrir. Te contesta.
–Te extraño, extraño tu silla de ruedas y tu olor a limpio –. Te consuela su voz femenina y bien modulada.
–¿Por qué no hemos hablado en meses? –. Ya estás tranquilo, ya puedes respirar bien.
–“Ya no es tu mejor amigo” –me lo tuvo que decir alguien para saber que te he fallado. Cuelgas, quieres vomitar y no puedes.
Abro el joyero, saco la carta que me escribiste hace tres años. Prendes la computadora, (me gustaría pensar que buscándome).
Lloro igual que la primera vez que la leí, abrazo tus letras, las maltrato. La virtualidad no tiene lo que buscabas, apagas la computadora.
Yo la prendo (para buscarte), se traba, se apaga, me gustaría aventarla pero no es mi estilo. Te acuestas… soy lo último en lo que pensarías.
–Todavía te quiero –digo con la esperanza de que Morfeo te lo mande en recado.

Son las 5:30 am; todo esto ocurrió mientras tú pensabas en alguien que dormía.


Es mutuo.

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