19 ago 2013

Las cosas que nunca entendí...

Hoy les quiero compartir algo, uno de esos momentos que simplemente no logras comprender, de esas situaciones que no te puedes explicar en el aquí y ahora:
 
Hace un tiempo conocí a una persona, de esas en las que pasas momentos muy esporádicos pero significativos. Una persona con la que llegas a crear historias y vínculos muy importantes, con la que intercambias charlas que te llegan a marcar; un ser tan diferente a mí y tan en contra de muchos de mis ideales, que lo convierte en alguien idóneo.
 
Les platico mis lectores, que le tengo un afecto muy grande, y que le conozco más de lo que piensa, que adoro su entusiasmo y ambición por aprender y buscar mejorar su entorno de una u otra manera, y me fascina su pensamiento tan lógico y sistemático encausado en la resolución efectiva de cualquier problema. Que detesto su banalidad, y sus comentarios enfatizados en la estética, así como su enfoque tan centralizado en el capitalismo y su postura materialista. Que me encanta cuando se ríe sólo para apoyar las bromas que solo ambos comprendemos, y que disfruto mucho de entrar en debate por cualquier tópico sin relevancia para al final nunca llegar a un acuerdo. Que le agradezco cada momento de calidad y apoyo compartido, y su interés por mostrarme y enseñarme experiencias y lugares que mis ojos desconocen, que me gusta su enfoque naturista y ecológico, y adoro como disfrutamos de los paisajes y detalles que la naturaleza nos regala; y que extraño en demasia el perder horas al teléfono mientras relatamos lo sucedido en el día.
 
Hacerle saber que nunca le dejaría solo, que siempre estaría apoyándolo, que ante todo le ofrezco una amistad, de esas que son reales y no buscan un interés de por medio, de esas que no se fijan en como luces o el tamaño de tu billetera, de esas que comparten vivencias por el mero placer y satisfacción de hacerlo. Hacerle saber que algún día me encantaría formar parte de su familia.
 
No me gustaría necesitarle, ni que me necesitase. Tampoco me gustaría que fuera mi razón de vivir, ni pretendo ser la suya, no me gustaría reprocharle nada, ni recibir algún reproche, no me gustaría que cambie, o que se adapte a mi filosofía; simplemente me gustaría que soñemos y materializemos metas juntos, desearía poder apoyarle en todos los proyectos que tiene para desarrollarse tanto personal, profesional y espiritualmente. Desearía recibir su apoyo, comprensión y afecto, y que sepa cuenta con el mío. Quiero que sepa lo importante que es para mí, y lo mucho que representa.
 
Sin embargo, sepan que no me arrepiento de no ser el individuo de cuerpo escultural que busca, o no encajar en su estereotipo e ideal de belleza, tampoco lo siento por no tener un estilo de vida promedio. Que no estoy dispuesto a cambiar para agradarle. y que tampoco pretendo que lo haga.  
 
Me encantaría saber que piensa, saber si alguna vez fui correspondido, saber si le fallé, o si cometí algún error, saber si existe aún algún remedio, me encantaría interpretar su silencio y miradas perdidas, asegurarme si lo que sentí fue real, saber si fue compartido.
 
Me encantaría que me explique porqué decidió terminar nuestra historia tan súbitamente y sin decir una palabra, porque se fue dejandome tan confuso y aturdido. Me encantaría que me enseñe las cosas que nunca entendí...
 
 
 

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