Tanto los machos como las hembras producen una luz intermitente en sus órganos fotógenos situados en la parte abdominal. Cada órgano permite el ingreso rítmico de aire a los pulmones, lo que posibilita la unión de oxígeno con la "luciferina" o substancia química luminosa, contacto que
produce una "luz fría" carente de calor. Todavía la ciencia no ha logrado "inventar" una luz que gaste tan poco energía como la emitida por las luciérnagas. Cada especie reconoce la longitud de onda de "su luz" y de este modo los machos que revolotean en el aire pueden acudir a las luminosas convocatorias de amor de las hembras, que los esperan en la tierra, sin temor a equivocarse. Como toda regla tiene su excepción, un entomólogo norteamericano ha descubierto una especie de "Lampyridae" cuyas hembras emiten varias longitudes de onda y, de este modo, atraen a machos ingenuos de otras especies que son devorados, con lo que mejoran su dieta normal de vísceras de caracoles. Algunos investigadores creyeron que la luz emitida por estos insectos era una disposición defensiva; pero más bien les perjudica, pues los resplandores atraen a los sapos que los devoran con avidez.
parótidas, boca muy hendida y sin dientes, lengua libre por detrás y sin escatadura. Como las luciérnagas, los sapos permanecen ocultos durante el día, no aparecen hasta la hora del crepúsculo. Cuando los renacuajos salen a tierra, cambian su régimen de alimentación: de vegetarianos se vuelven carnívoros, entonces comen pequeños moluscos, gusanos e insectos; entre ellos su plato favorito son las luciérnagas resplandecientes, por lo que son considerados animales muy útiles para la agricultura.
Una vez aclarada la naturaleza de dichas especies, váyamos a la metáfora.
Se encontraban un par de jóvenes sapos dialogando a la medianoche, el mayor de ellos le pregunta al menor:
- ¿Sabías que los sapos no comemos luciérnagas?
- No, ¿porqué no lo hacemos?. Responde el menor
- Porque no tienen buen sabor
Minutos más tarde, aparece una luciérnaga, pequeña, brillante y resplandeciente, volando creando círculos en el aire con una gracia única, semejante a la danza de una bailarina.
-¡Crock!
De un lengüetazo, el sapo menor se ha metido al hocico a la luciérnaga, la mastica unos instantes hasta triturarla y la escupe de manera despectiva.
-¿Porqué lo hiciste?. Pregunta el mayor de los sapos
-¡Porqué BRILLA!. Respondió
Hay muchos sapos allá afuera asechando, no permitas que ninguno de ellos robe tu briilo.
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